En mi país (Colombia) se dice que cuando uno empieza a trabajar “hay que regalarse”. Si eres nuevo y no tienes experiencia, no te queda otra que empezar con lo que hay, aunque sea gratis.
Así empecé con mi carrera como reportera en Colombia. No me arrepiento, porque aunque el salario me alcanzaba apenas para sobrevivir, tuve la oportunidad de viajar y ejercer la profesión de mis sueños.
Con los años y la experiencia la situación cambió. Sin embargo, cuando monté mi negocio en Alemania, me sentí de nuevo como una novata que no tenía derecho a cobrar por su trabajo.
La razón: me faltaba confianza en mí misma en el nuevo rol que había asumido.
El trabajo con los clientes me permitió ir tomando esa confianza. La misma que hoy me permite sentirme más segura al hablar de mi trabajo y a cobrar lo que considero justo.
Lo mejor es que la confianza atrae clientes. De los buenos, de esos que valoran lo que haces y están dispuestos a pagar tus precios.
¿Qué encontrarás en este artículo?
Valora primero tu trabajo, luego otros lo harán
Lo que me he dado cuenta trabajando con emprendedores es que a todos nos pasa lo mismo cuando empezamos. No le damos a nuestro trabajo, tiempo, energía y conocimiento el valor que tienen.
Esto se ve reflejado en precios bajos y en ofertas a medias, donde no se habla de todo lo que estamos en capacidad de hacer.
Este ha sido mi trabajo en los últimos meses: ayudar a otros emprendedores a comunicar lo que son capaces de hacer por sus clientes y a cobrar lo que consideran justo por ello.
No importa si estás empezando. Tu tiempo y todo lo que inviertes en ayudar a otros vale.
A la hora de establecer tus tarifas considera no solo lo que inviertes (tiempo, materiales, conocimientos). Ten en cuenta la magnitud del problema que resuelves y lo que le estás ahorrando a ese cliente que paga por tus productos / servicios.
Cuando hagas concesiones de precios, revisa siempre qué retribución puedes conseguir a cambio.
Por ejemplo, en un inicio te vendría bien recibir un testimonio o referencia laboral a cambio de esa concesión.
Lo mismo pasa cuando buscas un socio o haces colaboraciones con otros emprendedores.
Revisa siempre que esa relación tenga beneficios mutuos. Que la balanza entre lo que pones y lo que recibes esté en su nivel.
No tienen que ser beneficios monetarios, necesariamente. Puede ser intercambio de servicios o adquisición de nuevos conocimientos cuando das con alguien con más experiencia.
En este punto hago una aclaración. Hay iniciativas de tipo social, cultural etc., a las cuales nos unimos, por el simple placer de participar en algo que nos llena de satisfacción.
Esa sensación positiva, desde mi punto de vista, ya cuenta como un beneficio.
¿Qué tanto valoras tu trabajo?
Si…
-Sientes en el estómago malestar cada vez que recibes un pago porque consideras que fue más bajo de lo que esperabas
-Tienes que negociar con tus clientes para recibir lo que consideras justo…y terminas cediendo en precio
-No te sientes seguro (a) a la hora de hablar de tu negocio y de lo que puedes hacer por ese cliente
-Estás haciendo colaboraciones donde no sabes realmente qué beneficios te trae a cambio…
Es hora de pararse un momento. Recuerda tus fortalezas y todo lo que eres capaz de hacer.
Dile que no a todo lo que te consuma tiempo y energía en vano. Como dice mi mamá: es mejor rojo un momento, que verde toda la vida.
Y recuerda: no le regales ni tu tiempo ni energía a nadie que no valga la pena. Es cuestión de autoestima. Pero también de posicionamiento. Porque regalar el trabajo es solo un síntoma de no ser capaz de argumentar lo que tienes para dar.
Saludos y feliz día a todos los que trabajan en lo que aman. En las subidas y en las bajadas…
#DiaIntenacionaldelTrabajo
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Muy cierto !!
Excelente artículo!!
Muchas gracias María Alejandra…un abrazo!